27 de Abril del 2014Por Ana L Cortés y Martha Rivera / Fotos: Getty Images, cortesía Fundación Manto de Guadalupe
"Hubo un tiempo en que vivía sin parar", lo tenía todo, pero me sentía 'vacío', por eso me acerqué a Dios, hice voto de castidad, ¡y ahora soy un hombre satisfecho!", nos dijo el actor.
Eduardo nació en Tamaulipas el 21 de mayo de 1974.
El actor y productor Eduardo Verástegui, quien nació en Mante, Tamaulipas, el 21 de mayo de 1974, y creció en Xicoténcatl (del mismo estado) al lado de don José Verástegui y doña Alicia Córdoba, sus padres; y con Daniela, Alejandra y Alicia, sus hermanas, sigue fiel al compromiso personal que asumió hace 12 años, cuando decidió orientar su carrera hacia proyectos que no comprometieran su fe católica, y tras enfrentar muchos retos, siente que hoy interpretar la voz de “Jesús” en la película Son of God, (Hijo de Dios) ha sido un gran regalo.
Y con tu compromiso social, ¿qué tan difícil ha sido ser cineasta independiente en Hollywood?
“Parece misión imposible, porque recabar fondos para hacer tus propias películas para llevar el mensaje que quieres compartir, es un reto enorme; hay que lograr que los inversionistas confíen en un proyecto que no tienen la seguridad de que se va a distribuir, pero no nos rendimos, por eso surgió Metanoia Films, mi productora”.
El actror y productor estrega su vida a Dios.
¿Fue tan difícil como cuando decidiste involucrarte sólo en proyectos que reflejaran tu fe?
“No, cuando hice esa promesa as cosas se pusieron todavía más difíciles, porque si no es fácil trabajar en este medio, ahora échale encima un camino más limitado en el que ya no puedo hacer ciertas cosas, ¡es doblemente imposible! Sin embargo, mi intuición me llevó a seguir luchando, porque si no peleas y no estás dispuesto a dar la vida por algo más grande que tú mismo, pues entonces la vida es muy aburrida, y mi convicción ha sido siempre luchar hasta el último suspiro”.
¿Qué tan complicado fue?
“Los primeros años, aunque tenía a Dios, humanamente me sentía solo y quería conocer a más personas que estuvieran en el mismo canal, pero al mismo tiempo vivía como una especie de luna de miel en la que tenía tiempo para seguir estudiando, meditando y reflexionando; cuando se llena la mente y el corazón de Dios, entonces las decisiones son más fáciles y ya no hay tropiezos; fue un tiempo de purificación, hice un voto de castidad, perdí amigos, dejé de trabajar porque lo que había exigía que comprometiera mis principios y rechacé muchos proyectos”.
En 2009 viajó a Sudán para llevar medicinas y comida.
-Mucho se ha dicho que el voto de castidad que hiciste en realidad fue para ocultar que eres homosexual...
“No me sorprende, como dice la Biblia: ‘todo aquel que me siga será perseguido, difamado y calumniado, y si me ofende cuando alguien me difama, es el ego el que actúa’. Así que si de pronto llega una difamación o calumnia sobre mi persona, como el pelear y el odiar, no son opción para mí; tampoco juzgo a nadie. Me ejercito en practicar la honestidad, la caridad, sinceridad, el amor, la castidad y esas virtudes que practicadas todos los días se convierten en hábitos y permiten que sea más fácil todo. Finalmente, sé quién soy y los principios en que fundamento mi vida”.
Es hombre comprometido con la labor social.
¿Qué tan difícil es practicar la castidad?
“Hablo de mi castidad porque quiero prevenir a los jóvenes para que no sufran, a mí nadie me habló de este gran regalo; al contrario, me enseñaron que el hombre debe ser un donjuán, mujeriego; después comprendí que el verdadero hombre es aquel que respeta la dignidad de la mujer. La castidad es un regalo maravilloso, una virtud que practico hasta el día de hoy por amor a Dios; como católico es nuestra obligación; es reconocer que tu cuerpo es un templo, que el sexo es sagrado y que es maravilloso compartirlo sólo con la persona con la que te casas para siempre, y así lo haré yo cuando llegue la mujer indicada”.
JAC
